Señor del espacio y el tiempo by Rudy Rucker

Señor del espacio y el tiempo by Rudy Rucker

autor:Rudy Rucker [Rucker, Rudy]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1984-01-01T00:00:00+00:00


DIECISÉIS

GLUONES AZULES

—De madera —gimió Harry. Estaba apoyado en la mesa del comedor y no dejaba de negar con la cabeza—. Me siento como si todo fuera de madera. Dios, ¿y has pisoteado a mi pobre cerebro, Antie? Ayúdame, Fletcher. Estoy fatal.

—¿Quieres beber algo?

Le di la cantimplora. Harry echó la cabeza atrás y tragó, tragó, tragó, tragó.

—De plástico —dijo cuando al fin bajó la cantimplora—. Al menos ahora todo es de plástico.

—¿Cuánto llevabas bajo el control de Gary?

—Desde la noche en que volvimos. Los cerebros nos pillaron a Sondra y a mí mientras dormíamos. ¿Qué día es hoy?

—Vuelve a ser lunes. Ha pasado una semana.

—El tiempo vuela cuando te diviertes. —Harry torció el cuello para intentar mirarse la espalda—. ¿Me ha dejado mucha marca?

—Te voy a poner una venda —dijo Antie—. Y antiséptico. No te preocupes, Harry, tesoro. —Y salió apresurada hacia la cocina.

—He… he salido por la tele —dijo Harry—. Sondra y yo hemos empezado una especie de religión.

—¿Una especie de religión? No has visto la muchedumbre que tienes en la puerta, ¿no?

Harry se echó a reír y se estremeció al mismo tiempo.

—¿No te parece perfecto? Es la prueba de que lo que he dicho siempre sobre la religión es verdad. La estupidez religiosa no tiene límites. Llegan unos invasores alienígenas, y los creyentes evangélicos acuden en manada para dejarse dominar. Y mientras tanto…

—Menos humos, Harry, que el cabeza de esa religión eres tú. ¿Te gustó llevar el cerebro?

Harry se encogió de hombros, apuró el contenido de la cantimplora y se dirigió a la cocina a por más. Fuimos pasándonos la botella de whisky escocés mientras Antie le vendaba la zona de la espalda que tenía en carne viva.

—Sí, claro que me gustó —dijo Harry al final—. Tú también lo has vivido. La estimulación nerviosa es constante y, lo que es más, tienes la sensación de trabajar para un todo mayor. Por lo general, me falta motivación para lo que hago. Fue agradable creer en Gary. —Harry se calló unos segundos—. ¿Cómo ha sido la reacción pública? —añadió luego—. Aparte de la de mis… seguidores, claro.

—No lo sé, es raro. El ejército ha rodeado Nueva Brunswick, pero parece que no tiene intención de entrar. La semana pasada, la gente no paraba de hablar de la invasión, pero ahora el tema son las plantas que dan comida. Los cerebros de Gary no hacen gran cosa, así que la gente ha perdido interés.

—¿Plantas que dan comida? ¿Las semillas que hice para Nancy?

—Exacto. Arbustos de chuletas y árboles de buñuelos. Nancy y yo hemos ido repartiendo las semillas por ahí. Por lo menos ese deseo ha salido bien. Hablando de deseos, ¿qué pasa con Sondra? La he visto volando desnuda por la calle. Tenemos que quitarle la babosa de la espalda.

—Mi ángel —dijo Harry con tono sensiblero. El alcohol estaba haciéndole efecto—. Mi pobre ángel caído.

—¿Sabes dónde está?

—Por la noche vuelve al nido conmigo. A mi dormitorio.

—Vale. Antie y yo le quitaremos la babosa cuando vuelva. ¿O mejor me blunzeo ahora y hacemos



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.